Con
un alfabeto u otro, con mayor o menos correspondecia entre forma y sonido, las
lenguas indoeuropeas tienen sistemas de
escrituras alfabéticos, lo que implica la existencia de un terminado número de
grafemas que permiten representar todos los sonidos de la lengua. Sin embargo,
este no es un sistema de codificación ni universal ni único, y el chino es un
de los ejemplos que habitualmente se suelen referir para evidenciar tal hecho.
El
sistema de escritura, por tanto, muestra la gran diferencia entre la lengua
china y la española, caracterizándose esta última por ser una lengua extremadamente fonética,
ya que su sistema de escritura tiende a reflejar bastante la pronunciación de
sus unidades.
En España, a las Glosas Emilianenses del s. XI se les otorga el valor
simbólico de ser los primeros testimonios escritos de romance hablado en la
península. No será hasta el s. XIII
cuando se desarrolle una producción en romance de forma reseñable. Hasta
entonces, la koiné castellana era de uso meramente oral e informal, y permitía satisfacer las necesidades
comunicativas de pueblos y gente de lenguas y culturas distintas.
Fue
una vez establecida la conciencia de los romances como códigos distintos al
latín cuando estos comenzaron a aumentar de forma progresiva sus ámbitos de
uso. El latín solo se mantuvo como lengua escrita en contextos muy reducidos,
como en el discurso erudito durante el Renacimiento o el discurso de la Iglesia
Católica, este hasta la segunda mitad
del s. XX.
El
castellano no solo rivalizaba con el latín, sino también con otras lenguas
romances, como el gallego o el provenzal, que durante la E. Media se utilizaron
como vehículo de expresió, oral y escrita, de la lírica culta trovadoresca. En
los reinos de León y Castilla tuvo mayor influencia la tradición occitana, y
desde el s. III hasta la primera mitad del s. XIV buena parte de la lírica se
escribió en romance galaico-portugués. Hacia mediados del s. XIV aparecen cada vez más rasgos del castellano en los cancioneros, hasta que finalmente el
castellano fue también la lengua utilizada en este ámbito.
La escritura de China tiene origen en los ideogramas
y representaciones pictográficas.
Después de más de tres mil años de historia, todavía hoy algunos de los
caracteres mantienen dicha estructura originaria.
Los
primeros restos de escritura mediante caracteres que se conservan son de la
época de la dinastía Shang, hallados en 1899. Se trata de grabados sobre huesos
y caparazones de tortuga en los que se formulaban preguntas al oráculo. Las
grietas que aparecían en la otra cara de los caparazones después de ser
calentador se interpretaban como las respuestas de los dioses. Por su
estructura, la escritura sobre caparazones muestra ya cuatro clases de
signos-pictogramas, ideogramas sencillos, ideogramas completos y compuestos
fonéticos.
No obstante, los primeros escritos importantes
que se conservan pertenecen a la época de la dinastía de Zhou, coincidiendo con
los que se considera “el nacimiento de
la literatura escrita”.
El
período de los Reinos Combatientes fue una época de gran esplendor cultural en
la que vivieron y escribieron sus obras algunos de los principales pensadores
chinos de la antigüedad, como Confucio o Mozi. El hecho de que la doctrina
confuciana fuera soslayada por los emperadores de muchas de las dinastías
posteriores contribuyó de forma notable a que las obras de esta escuela de
pensamiento fueran estudiadas, glosadas e imitadas, con lo que no solo de
promovía un modelo ideológico, sino también
un modelo de lengua escrita.
Dos hechos fueron determinantes para
que la lengua escrita se mantuviera mucho más unificada: por una parte, la influencia de la tradición y doctrina
confuciana, y, por otra, la unificación
de la escritura llevada a cabo por Qin Shi Huan 秦始皇.
En
el período de los Reinos Combatientes proliferan multitud de grafías y estilos
para escribir un mismo carácter. Dicha pluralidad se observa también en los
escritos internos de los reinos. Así pues, el objetivo de la reforma aprobada
por Qin Shi Huan era acabar con toda esta
diversidad, y para ello llevó a cabo lo que moderadamente llamaríamos normativización
de los caracteres. Dispuso una serie de medidas:
1) Fijación de los
trazos y componentes de los caracteres.
2) En caso de que
existieran distintas formas para representar el mismo significado, la elección
de una de ellas y la eliminación de las otras variantes.
3) Simplificación de
determinadas grafías.
Además de esto, en el año 213 a. C. ordenó la
eliminación de toda la literatura histórica no registrada por el reino Qin, así
como la quema de libros escritos o impresos con otros estilos y ejecución a
aquellos eruditos que se mostraran contrarios a su utilización. La aplicación
de estas medidas logró la normativización de los caracteres y la adopción de
una única caligrafía, xiaozhuanshu 小篆书, que
era la que ya de forma mayoritaria se utilizaba en el reino Qin, y se convirtió
en el modelo de lengua escrita.