Todos los sistemas lingüísticos
disponen, en mayor o menor grado, de ciertas normas para establecer el orden de las palabras en el esquema
sintagmático. En general, la libertad de posición está en relación directa con
el número de variaciones morfológicas que presentan las palabras. En esta
entrada analizaremos el orden de los constituyentes básicos. Comúnmente, se
estudia la posición del verbo con relación a los participantes en la
predicación verbal y, por otro lado, el orden relativo entre un nombre y sus
complementos.
Según Greenberg, las
lenguas del mundo se dividen en tres tipos en función del orden que mantienen entre
sí el sujeto (S), el verbo (V) y el objeto (O). Por ejemplo, el español, el
francés y el inglés son lenguas del tipo SVO; el coreano, el japonés y el vasco
son lenguas del tipo SOV; el celta y el irlandés son del tipo VSO. El latín,
polaco y esperanto también se consideran lenguas difíciles de clasificar,
debido a que admiten varias combinaciones diferentes de verbo, objeto y
sujeto. El mandarín, igual que estas últimas lenguas, tampoco se clasifica en ninguno de los tipos con facilidad, pues el concepto de sujeto no puede ser
claramente codificado como el del español, el inglés u otras lenguas
indoeuropeas en las que el sujeto está marcado por la posición, por la
concordancia (número y persona) o por desinencias de caso. Más concretamente,
en mandarín, la estructura básica de las oraciones es la relación
tópico-comentario y no la de sujeto-predicado. Según indican Li y Thompson,
esta característica ha complicado la clasificación del mandarín entre las
lenguas de tipo SVO, VSO o SOV de Greenberg. En el siguiente ejemplo se muestra
la inconsistencia del chino mandarín respecto a los rasgos de correlación VO y OV:
那 塊 田 他 們 加 肥
Nà kuài tián
tā men jiā féi
Aquel trozo campo él partícula pl. añadir
fertilizante.
Tópico
Aquel campo, ellos lo abonaron.
Se observa que el verbo jiā féi 加肥 de la
oración es un compuesto verbo-objeto, pero el objeto féi 肥 carece
de autonomía léxica, pues no se usa independientemente como una palabra.
Además, el verbo compuesto jiā féi 加肥 (‘añadir fertilizante’) no
admite la posposición del objeto nà kuài tián 那塊田
(‘aquel campo’). Así, la estructura de la frase es: N (tópico) - N (sujeto) – V
compuesto del tipo V-O. Otro problema para clasificar la tipología del mandarín
según el orden sintagmático reside en que esta
ordenación de palabras y sintagmas no depende de la función gramatical sino del
sentido semántico. Así, la posición preverbal indica sintagmas definidos
que pueden ser sujetos, objetos o tópicos. Estos últimos son siempre definidos
y no admiten la posición posverbal. Sin embargo, los sujetos y los objetos
pueden ser preverbales o posverbales. Vemos algunos ejemplos:
人 來 了 => sujeto definido = tópico
Rén laí le
Persona venir asp. pfvo.
La(s) persona(s) ha(n)
llegado (las personas que tú y yo
estábamos esperando).
En el primer ejemplo el sujeto
preverbal es definido y se corresponde con el tópico, mientras que en el
segundo ejemplo el sujeto posverbal es indefinido y puede que el interlocutor
no conozca su referente, por lo que no se interpreta como tópico. Así, una lengua de estas características no
puede encajar en ninguno de los tipos señalados por Greenberg. Más bien
cabe decir que el mandarín es una mezcla de SOV y SVO, aunque en la conversación cotidiana la lengua
china presenta más rasgos del tipo SOV y además parece que existe un
proceso de cambio del tipo SVO al SOV.